jueves, 17 de noviembre de 2011


Muerte entre las flores
TÍTULO ORIGINAL Miller's Crossing


DURACIÓN

115 min.
PAÍS

DIRECTOR Joel Coen, Ethan Coen
GUIÓN Joel Coen, Ethan Coen (Novelas: Dashiell Hammett)
MÚSICA Carter Burwell
FOTOGRAFÍA Barry Sonnenfeld
REPARTO Gabriel Byrne, Marcia Gay Harden, Albert Finney, Jon Polito, J.E. Freeman, John Turturro, Steve Buscemi, Mike Starr, Richard Woods, Al Mancini, Sam Raimi, Frances McDormand
PRODUCTORA 20th Century Fox / Circle Films
PREMIOS 1990: San Sebastián: Mejor director (Joel Coen). Nominada a la Concha de Oro (mejor película)
GÉNERO Cine negro. Drama | Mafia. Crimen. Años 20
SINOPSIS Año 1929. Entre dos amigos surge una gran rivalidad a causa del amor de una mujer. Leo, un gángster que domina la ciudad, y Tom, su lugarteniente, se enfrentan en una guerra abierta que desencadenará traiciones, conflictos políticos, corruptelas y escisiones internas. (FILMAFFINITY)
CRÍTICAS ----------------------------------------
"Maravillosa, deslumbrante" (Carlos Boyero: Diario El Mundo)
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"Los Coen reinventan el cine negro en este filme sorprendente y virtuoso (...) película viva y apasionada (...) una obra maestra" (Miguel Ángel Palomo: Diario El País)
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La Academia de Cine presenta las ocho películas iberoamericanas precandidatas al Goya


La Academia de Cine ofrece al público la posibilidad de ver las ocho películas iberoamericanas, presentadas por las academias y los comités de selección de sus respectivos países, para competir por ser finalistas al Goya a la Mejor Película Iberoamericana.

Del 16 al 23 de diciembre, la sala de cine de Zurbano 3 (Madrid) proyectará la cinta uruguaya 'Artigas-La redota', de César Charlone; el filme cubano firmado por Gerardo Chijona y protagonizado por Héctor Medina y Jorge Perugorria, 'Boleto al paraíso'; el largometraje colombiano dirigido por Jaime Osorio Márquez, 'El páramo'; el título peruano 'Las malas intenciones', de Rosario García-Montero; 'Miss Bala', historia mexicana de Gerardo Naranjo que recibió una mención especial de la sección del Festival de San Sebastián 'Horizontes Latinos'; la película venezolana de Diego Rísquez, 'Reverón'; la producción argentina interpretada por Ricardo Darín, 'Un cuento chino'; y el filme chileno de Andrés Wood, 'Violeta se fue a los cielos'.

Y de los largometrajes iberoamericanos a los cortometraje precandidatos a los Goya en las categorías de mejor corto documental, de ficción y de animación. Durante tres jornadas, del 5 al 9 de diciembre, a las 20:00 horas, se exhibirán, por orden alfabético, los 30 cortos, diez por cada apartado.

A estos ciclos especiales se suman las tres producciones galardonadas con el Goya a la Mejor Película en las ediciones 2009, 2010 y 2011 ('Camino', de Javier Fesser; 'Celda 211', de Daniel Monzón; y 'Pa negre', de Agustí Villaronga. Con la emisión de estos tres conocidos títulos, los días 2 y 13 de diciembre, la Academia finaliza el ciclo aniversario de su primer cuarto de siglo de existencia, '25 años Goya'.

Diciembre se completa con un ciclo sobre el cine y el videojuego, que aunque nacieron de manera aislada, tienen un mismo objetivo: la narración audiovisual. Esta estrecha relación se ha acentuando en los útlimos años y cada vez hay más películas que se convierten en videojuegos y viceversa.

La Academia ha escogido 'Los cronocrímenes', de Nacho Vigalondo, con Karra Elejalde y Bárbara Goneaga (14 de diciembre, a las 20:00 horas), y 'Planet 51', de Jorge Blanco, Javier Abad y Marcos Martínez (día 15, también a las ocho de la tarde), para mostrar esta incipiente situación en el contexto del cine español.



Behind the wall
Se han generado tremendas expectativas por el paso de The Wall Live, la gigantesca serie de conciertos en que Roger Waters, miembro fundador de la banda Pink Floyd, interpreta todos los temas del disco The Wall, un verdadero clásico de la historia del rock y un hito de culto también por la recordada cinta de 1982, “Pink Floyd: The Wall” de Alan Parker, quizás la película más copiada en VHS en la historia de nuestro país. En Santiago ya hay confirmadas dos fechas de este concierto para marzo del próximo año, poco si se consideran las nueve presentaciones que hará Waters en el estadio River Plate de Buenos Aires. Pero estos datos dan a entender algo indesmentible: Pink Floyd y The Wall gustan mucho en este lado del planeta.

El estreno en cartelera de este documental (algo atípico para un documental de rock) es producto de esas expectativas y ese gusto, aunque es bueno moderar el entusiasmo. “Behind The Wall”, primero, no debe confundirse con un documental del mismo título que produjo la BBC en el 2000, fue exhibido por la cadena VH1, y puede encontrarse fácilmente en YouTube subtitulado al español. Este “Behind The Wall” es una producción de este año, pero curiosamente a pesar de lo que pudiera entenderse por su título, es poco lo que se interesa por el álbum The Wall, y es más una seguidilla de entrevistas a los miembros sobrevivientes de Pink Floyd (en especial, Roger Waters y David Gilmour) hablando en orden cronológico de la historia de la banda. Algo se atisba de las diferencias creativas, la guerra de egos de los polos de la banda, lo demente que estaba Syd Barrett, sus experiencias con el LSD y poco más. De hecho, la película recién entra a hablar de The Wall después de una hora de espera, y hace más referencia al concierto original y cómo inauguró los grandes shows de estadio para bandas de rock, que a la historia del disco y su legado.

Lo más sorprendente de este supuesto homenaje a Pink Floyd es que apenas se escuchan temas de The Wall (¡y ninguna vez el clásico “Another brick in the wall”!). Evidentemente será de interés para los seguidores de Pink Floyd, pero considerando la cantidad de información sabrosa que existe respecto a The Wall (tanto del álbum, el concierto y la película) que definitivamente será una decepción incluso para los parámetros de exigencia más simplistas que puedan tenerse con un documental: informarse y disfrutar del mito y la historia. La verdad, solo fanáticos de cierta ceguera podrían ver algo así.
Crítica de cine: Amanecer, parte 1
“Todo esto es culpa tuya”, le dice Edward Cullen a Bella Swan en uno de los momentos climáticos de este penúltimo episodio de la saga Crepúsculo. ¿Cuál fue el pecado de Bella? Esperar de su esposo lo que cualquier mujer casada esperaría en una noche de bodas.

Desde Luna Nueva, ya está claro que la saga adaptada de los libros de Stephenie Meyer es una gran metáfora sobre el abuso masculino. Bella se debate entre dos machos alfa: uno le tortura con exquisita manipulación emocional, el otro es una fuerza de la naturaleza bajo cuyos gestos late la amenaza cierta del daño físico. En un nivel, la saga Crepúsculo trata sobre la relación que una muchacha pueblerina de tiernos dieciocho años establece con un vampiro centenario que tiene la apariencia de un instructor de fitness que jamás tomó sol. En otro nivel –visible para cualquier espectador con dos dedos de frente- esta es la historia de una chica ingenua pero resuelta, enfrentada a la atracción que siente por un vejestorio (Edward Cullen, 109 años y contando) que se comporta como el peor jovenzuelo de la historia.

Como ya saben los seguidores de la saga, este es el episodio donde ambos se casan y Bella emerge de su luna de miel con un problema inesperado que amenaza consumirla a ella y atraer el caos sobre la familia vampírica de los Cullen. Pero todo en esta película suena hueco, calculado y desprovisto de pasión. Lo que es una gran ironía, considerando que el director filmara el 2004 la biografía de Alfred Kinsey, uno de los pioneros en la investigación de las conductas sexuales.

Amanecer Parte Uno puede estar ambientada en un entorno con iPods e internet, pero sus valores vienen de un mundo previo a Kinsey. Un mundo donde las mujeres se casan con su primer amor, agachan la cabeza y aceptan el hecho de que el sexo es necesario pero ingrato. Casual o no, Condon filma a Kristen Stewart, una de las actrices más bellas de su generación, como si la odiara. Lo mismo a Robert Pattinson y Taylor Lautner. Estos tres héroes de la juventud actual aparecen como figuras de cera, ecos de la humanidad que la saga les ha negado pertinazmente. No son personas, ni siquiera personajes. Son símbolos: La Virgen, el Caballero, el Montaraz. A la larga, hay un solo mensaje en la saga, explícitamente desplegado en este episodio: el contacto sexual es fuente de tragedia y dolor. Es despreciable, menor, indigno. Acarrea problemas y perturba un equilibrio mucho más profundo e importante que la tregua entre vampiros y hombres lobo.

En su pretensión, su frialdad y su ausencia de emoción real, esta película tal vez podría cautivar a devotos de la saga original. A mí me parece letra muerta y cine de baja estofa. Además –tal vez irónicamente- todas las tribulaciones de Bella luego de su famosa luna de miel resultan ser un espléndido panfleto a favor del uso del condón.